sábado, 27 de octubre de 2012


EL INGLÉS QUE APRENDIÓ A DECIR PIROPOS[1]

                      [I]
Después de aquel ataque repentino
de un periodista inglés que se inventó
(en un decalogillo que escribió)
que todo lo español era dañino,[2]

vino el hombre a pasar sus vacaciones
a playas españolas —por más señas,
a una playa de arenas malagueñas—
buscando un paraíso de emociones.

Gustándole un montón Andalucía,
al “inglete” le dio por aprender
cumplidos y requiebros; y aprendió

un sencillo piropo que decía
cada vez que pasaba una mujer:
¡Que vi-va la ma-dre que te pa-rió! [3]

                      [II]

Un día se encontraba en su tumbona
—más rojo que un tomate al natural—,
cuando vio a una nativa escultural
y olvidó su apatía anglosajona.

Dejándose llevar por la alegría,
fue a soltar el piropo asimilado;
mas, era tanto el sol que había tomado,
y tantas las jarritas de sangría,

que el guiri farfulló muy torpemente:
Vi-va tú, que a ti te pa-ri-ó una ma-dre”.
Y, mirando la cara del "rojete",

le respondió la joven diligente:
“Al año de casarse con mi padre.
¿Y a ti, quién te parió?, ¿un salmonete?”










[1] Dedicado a la profesora Ana María Vigara Tauste de la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid. La profesora Vigara Tauste es autora de un libro riguroso y deleitoso, dedicado al chiste como expresión lúdica, y cuya referencia bibliográfica es la siguiente: El chiste y la comunicación lúdica: lenguaje y praxis, Ediciones libertarias, Madrid, 1994.
[2] Hace ya algunos años, la prensa española se hacía eco de la insidiosa información que un periodista británico -cuyo nombre no viene al caso- había vertido en la prensa inglesa, tratando a nuestras mujeres de bigotudas y malas cocineras y a los hombres españoles de débiles y consentidos. La pataleta pretendía mermar el ánimo y el coraje de los componentes de nuestra Selección Nacional de Fútbol. Ni por esas llegaron a ser campeones los hijos de la Gran Bretaña (nosotros, sí).
[3] Léase con entonación inglesa; solo así se aceptará la acentuación de este endecasílabo.

domingo, 21 de octubre de 2012


Termino esta semana de consejos... (gracias, chicas, por vuestros ánimos).

EL CURILLA NOVATO Y EL SERMÓN

                   [I]
Un curilla novato y animoso
preparaba un sermón —era el primero—
y acudió a un viejo cura, compañero
con fama de erudito y minucioso.

Trataba del suceso tan doloso
en que Jesús fue hecho prisionero
en el Huerto de Olivos, y el postrero
suplicio que sufrió. Ceremonioso,

le dijo el consultado: “Un aguardiente;
tómate una copita, solo un trago,
y todo te saldrá corridamente.

No lo dudes y sigue mi consejo.
Es algo que, también yo a veces hago”.
Y el nuevo se fió del cura viejo.

                   [II]

Dicha y hecha la misa, el novatillo
fue a pedir la opinión a su mentor,
que le miró con cara de censor
y pasó a corregirle el sermoncillo:

“En vez de Jesucristo y sus apóstoles
dijiste J. C. con sus chavales;
y metiste otras patas garrafales,
pues dijiste que el huerto estaba en Móstoles,

y no en Getsemaní, que está en Judea,
y diste otra razón, que aún es más fea:
que san Pedro, el apóstol, con su espada

cortó sus “atributos” al romano
que se encontraba a mando de la tropa…
Y, en verdad, fue una oreja la cortada.

Y, luego, me entendiste a tu manera:
te dije ‛tómate solo una copa’,
y te has bebido la botella entera”.

miércoles, 17 de octubre de 2012


EL QUE QUISO ESCRIBIR UNA NOVELA[1]
Llevado por su celo literario,
un escritor novel pidió consejo
a un experto prosista que, aunque viejo,
gozaba de un prestigio extraordinario:

“Si pretende escribir un texto serio
ponga buenos cimientos. A saber:
Iglesia y sangre azul y, a poder ser,
un poquito de sexo y de misterio.”

Días después, el joven escritor
presentó su trabajo, en copia impresa,
al sabio literato, y buen mentor.

Hete aquí el resultado del desmadre :
“¡Ay, buen Dios! se quejaba la marquesa—.
Embarazada estoy, ¿quién será el padre?”






[1]  Durante una inolvidable cena en casa, a la que asistieron Mathilde y Albert Bensoussan y Marie Claude Chaput, mi queridísimo amigo y hermano de adopción, Albert, nos contó la historia original cuya procedencia se remonta al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique. Vaya por ellos este chisneto que ya conoce la réplica en el correspondiente blasonnet de Bensoussan.