jueves, 28 de marzo de 2013

     Quiero dedicar este chisneto a Diego Gómez Cabrera, el más fiel pregonero y mejor recitador de nuestra Semana Santa. Lastima que la sinrazón y la envidia de muchos nos hayan privado de su cálida y sentida voz en unas fechas tan entrañables para todos los malagueños.
    Diego, querido hermano, la gente de buena voluntad y tu "Cautivo" te quieren y están contigo. Un fuerte abrazo.


¡AL RICO PAN CON ACEITE!

                   I
En un hogar gitano se pasaba
tanto apuro, pobreza y carestía,
que, cuando se cenaba o se comía,
sólo pan con aceite se cataba.

El padre repartía el unto escaso
a ritmo de tambor procesional,
y le daba a la escena un ritual
similar al de un trono que va al paso.

Y haciendo de tambor y resonancia,
marcaba un pon, pon, pon, porrompompón,
al tiempo que soltaba aquella “untancia”
a razón de una gota a cada pon.

Mas los trozos de pan, con tal escancia,
se quedaban más seco que un terrón.

                   II
Sin embargo, al hacer porrompompón,
dispensaba en su bollo la aceitera
con tanta lentitud y en tal manera,
que siempre le caía un chorreón.

De ese modo, aquel padre se escanciaba
tal cantidad de aceite y con tal arte,
que la alcuza perdía buena parte,
cada vez que su turno le tocaba.

Como el hambre es amiga de ocurrencia,
al llegarle su turno a un gitanillo,
y por ver si cambiaba la receta—
le dijo a su papá la menudencia:

“Opá, pare usté er trono aquí un poquillo,
que voy a ve zi canto una zaeta”.




miércoles, 20 de marzo de 2013


Amigos y amigas, gracias por vuestros buenos y saludables deseos.
Con el fin de no perder la comba “chisnetera”, traigo hoy esta improvisada historieta, que me fuera contada por una querida alumna y amiga, Meli Nadales.
Si no vuestra sonrisa, haced uso, al menos, de vuestra tolerancia.
Gracias otra vez.


EL CATETO Y EL PUNKY DE SU PUEBLO

Un cateto que había regresado
a su pueblo natal, dejado antaño,
se topó con un tipo un tanto extraño
en materia de ropa y de peinado.

Movido de una gran curiosidad
por el punky de cresta colorada,
le preguntó, con voz entrecortada,
al joven del penacho, por su edad.

“Cumplí los veintitrés el mes de enero.
¿Por qué quiere saber usted de mí?”.
Y respondió el paleto al pinturero:

“Podrías ser mi hijo y me acoquina:
es el tiempo que hace que me fui,
tras hacerle el amor a una gallina”.

viernes, 8 de marzo de 2013


      
Pelargón, Nativa, leche humanizada…
donde esté la teta de una madre…:
la otra teta (evidentemente). ¡Buen finde!


EL ANTOJO DE UN HOMBRE HUERFANITO

              [I]
En un vagón de tren de estrecha vía,
la madre de un bebé, todo dulzura,
ateta con cariño a su criatura
que mama con normal glotonería.

Testigo de la escena, un pasajero
que ocupa plaza frente al atetado,
parece recrearse ensimismado.
La mujer le reprende: “¡So grosero!”

Oído aquel insulto radical,
el hombre se sincera de inmediato:
“Señora, no me juzgue usted tan mal

Escuche, por favor, este alegato:
jamás probé la leche maternal,
que solo conocí la de orfanato.

                [II]
De ahí que haya mirado sin obstancia
la escena del atete de su niño,
y, viendo en ese gesto tal cariño,
he vuelto a recordar mi dura infancia”.

Habida la precisa explicación,
expuesta por el dicho convecino,
la mujer se apiadó del orfelino,
y díjole ofreciéndole un pezón:

“Si quiere, pruebe un poco de mi teta,
a ver si se le quita esa añoranza”.
Tras una invitación tan atrevida,

el hombre deja libre su banqueta,
da un paso hacia adelante y se abalanza
dispuesto a darse el gusto de su vida.

                 [III]
Y, asido al buen pezón como una lapa,
el hombre, que no sabe del instinto,
no chupa cual bebé, sino “distinto”:
la teta se le viene y se le escapa.

Cachonda, por el rudo mamoneo
que produce el chupón cuando arremete,
la mujer, que no piensa en el destete,
nota que se le sube un cosquilleo

que luego se le baja a los talones:
“Pídeme lo que quieras, corazón”,
le dice al "huerfanito" la melones.

Y el nota, sin soltarse de la teta,
masculla su deseo, el muy glotón:
“¿No tendrás en el bolso una galleta?”