martes, 28 de mayo de 2013




Este el primer chisneto de la saga. Nació en El Churrasco, en Córdoba, y lo redacté a lo largo de una comida con colegas, miembros de un tribunal de oposiciones del que yo formaba parte. Entre plato y plato, nacieron estos primeros versos que se inspiran en un viejo chiste que, con una gracia especial, contaba mi madre, la irrepetible Manolita Morales.

LA BEATA AQUEJADA DE PICORES

Se dice que acudió al confesionario
una asidua beata, preocupada
por cierta comezón inusitada
que habíale quitado el sueño diario.

El cura, con rigor preconciliario,
le preguntó: “¿Qué tienes descarriada?
¿Qué pena te acongoja, so pasmada,
que no puedas curar con un rosario?”

“¡Ay, padre!, es que siento unos calores,
que me suben y bajan por el pecho,
y no hay polvos que calmen mis picores”.

Su edad pregunta el cura y, a despecho:
“Noventa —dice ella— soy la Encarna”.
“Pues, ¡ráscate, hija mía, que eso es sarna!”

domingo, 19 de mayo de 2013


En este Domingo de Pentecostés, recurro a una historia que ya aparecía en mi primer libro de Chisnetos. La he puesto al día y quiero dedicarla a Yasir y a Jesús, dos de los fisioterapeutas de la clínica a la que acudo en demanda de salud para mi adolorida rodilla. También va dedicada a mis compañeros y compañeras, pacientes como yo.


PIDIÉNDOLE A LA VIRGEN DEL ROCÍO
Después de soportar calor y frío,
llevados por la fe del buen romero,
coinciden un gitano y un banquero,
delante de la Virgen del Rocío.

El "payo" se expresaba convincente:
 “Atiende, Madre mía, mi quebranto;
con un par de millones —que no es tanto—
eludiré la cárcel,  nuevamente”.

El calé, que rayaba en la indigencia,
pedía, a su manera, un milagrito:
“Diez euros, Virgencita, por favor”.

El otro, cuando vio la competencia,
sacó de la cartera el billetito,
y dijo, con un tono avenidor:

“Aquí tienes, gitano, tu billete;
no la distraigas más. ¡Cógelo y vete!


martes, 14 de mayo de 2013


El chiste original es de la Esmeralda de Sevilla.
¡Va por ella!

EL MARIQUITA QUE QUISO REJUVENECER

Cumplidos los setenta, un mariquita,
a fin de poner coto a la vejez,
recurrió a un curandero de Jerez
en busca de razón para su cuita.

A base de hierbajos y de absenta,
el “mago” hizo un brebaje milagroso.
El quídam lo bebió voluntarioso
y se quedó rondando los cuarenta.

“Pues yo me veo mayor —dijo, indolente—,
me tomaré otro poco de jarabe”.
No bien se lo tomó, se quedó en veinte.

“Con veinte hice la mili, y ya se sabe:
la mili no nos va a los "delicados".
Me tomaré dos tragos bien cargados”.

Y se encontró en los diez, el muy ladrón.
Por ver si rebajaba otro poquito
y, así se liberaba de la escuela,

vació lo que quedaba en el porrón,
de modo que se puso en un añito.
Volver a ser bebé tuvo secuela:

Le entró el sarampïón y la viruela,
¡Y se murió, de pronto, el maricón!

jueves, 2 de mayo de 2013


    La semana pasada, mi chisneto habitual fue publicado por mi hijo Guillermo
 en su página web. Me ha parecido oportuno (y sobre todo útil) impulsar su
 iniciativa de dar a conocer nuevos (y viejos) libros, comentarios sobre ellos,
 ofertas, orientación y concursos.
   Así, pues, os remito, a este enlace http://www.librosbusca.com/chiste-en-poesia/
para que podáis leer "El viejo y la barra de pan".
   
      El chisneto de hoy es este:


EL ATLETA ESPAÑOL Y EL NIGERIANO
              [I]
Coincidieron en una maratón,
un atleta español y un nigeriano;
ganó, con diferencia, el africano
y el nuestro planteóle esta cuestión:

“¿Por qué todos los negros corréis tanto?;
¿por qué estáis tan dotados para esto?”
El joven preguntado, con buen gesto,
le dijo, sin reserva, cómo y cuánto:

“Nos damos con dos piedras, o adoquines,
treinta veces en nuestros cataplines”.
El español quedóse de una pieza;

mas, dado que tenía pundonor,
amén de juventud y de orgulleza,
probó el “entrenamiento del dolor”.

                [II]
Le dio por repetir, las treinta veces,
aquellos ejercicios de petreras.
Por ello, sus colegas de carreras
le pusieron de mote “El Cascanueces”.

Al cabo de unos meses, se encontraron
nuestro español y el susodicho bruno
en otra maratón, y, de uno en uno,
de sus logros y marcas se contaron.

“Dime cómo te fue con mi receta.
¿superaste el bajón?, ¿qué conseguiste?”,
le preguntó el moreno a nuestro atleta.

Y el nuestro contestó, casi llorando:
“El record todavía se resiste;
sin embargo el color lo voy tomando”.