jueves, 29 de agosto de 2013


        No caí en dedicar el anterior chisneto a Carlos, mi peluquero y amigo desde hace ya algún tiempo.
Como reparación, y recordándole que hay más melones que princesitas, le dedico esta


UNA NUEVA VERSIÓN DE CENICIENTA
Hago de Cenicienta una versión
que nunca nos contó el original;
tiene una novedad excepcional:
cambia la calabaza por melón.

Esto que no se dijo, y ahora digo,
es del hada madrina a la doncella:
“En cuanto den las doce, niña bella,
se trocará en melón tu joven higo”.

Resultó que, al final de la comida,
el principito azul se relamía
comiéndose un melón —azúcar pura—.

Cenicienta miraba seducida,
viendo aquella boquita que comía,
y tuvo una visión un tanto impura.

El príncipe miróla dulcemente
y luego preguntóle gravemente:
“Cenicienta, ¿a qué hora te marchabas?;

son cerca de las doce, ¿lo olvidabas?”
La joven puso cara de desgana
y respondió al doncel con voz suave:

“No lo sé, majestad, nunca se sabe;
¿a las cinco o las seis de la mañana?



viernes, 23 de agosto de 2013


EL HIJO DEL BARBERO Y SU CLIENTE

Un barbero, buscando el beneficio
de un hijo sin estudios y vagante,
en aras de un futuro más brillante,
le inició de aprendiz en el oficio.

Le buscó un parroquiano a su novicio:
un hombre bonachón y tertuliante,
cliente de fiado, y tolerante,
al que prestaba siempre buen servicio.

El joven, en el día de su estreno,
blandiendo la navaja algo indeciso,
le asestó un corte seco a su cliente.

El padre, que de nada estaba ajeno,
al ver salir la sangre, de improviso
fue y largó un bofetón furiosamente.

                          [II]

Tres cortes más siguieron al primero,
y, a cada uno, le siguió un metido
destinado al zagal, mas recibido
por el pobre cliente del jifero.

Un quinto corte, que será el postrero,
le arrancó, con la oreja, un gran quejido.
En el suelo, el apéndice caído
recordaba la gloria de un torero.

Y el cliente, mirando al alfajeme,
cuyo genio conoce y ahora teme,
le dice al aprendiz con desconsuelo:

“Pisa la oreja y déjala en el suelo,
que, si tu padre larga otra colleja,
seguro que me arrancas la otra oreja”.


sábado, 10 de agosto de 2013

             
              Me he valido de un atípico estrambote para evitar que se alargara la historia.
              ¡Feliz San Lorenzo!


AL QUE  PICÓ UNA SERPIENTE VENENOSA

Dos amigos, buscando la aventura,
viajaron hasta el África Central;
se hicieron del preciso material,
y fueron de safari a la espesura.

Uno de ellos sufrió la picadura
—en su parte más noble y personal—
de una terrible víbora coral,
por lo que, con razón, sufre y se apura.

“No temas —le consuela el compañero—;
hallaré la respuesta en un momento
en el libro que traigo en el macuto”.

El amigo se estudia el libro entero
en busca de eficaz medicamento.
Al cabo, ve un aviso resoluto:
Succionar bien la parte lesionada.

“¿Qué dice?”—le pregunta el "redoliente".
Y el otro profetiza: “Nada, nada,
que te vas a morir seguramente”.