lunes, 17 de noviembre de 2014

UN TUERTO QUE TENÍA POR COSTUMBRE


   

En este, uno de los primeros chisnetos que escribí, he cambiado un par de palabras; pero la historia sigue siendo la misma. Sed tolerantes...

Un tuerto que se había acostumbrado
a poner su ojo falso en un vasito,
se despertó una noche ‘sudandito’
y bebióse agua y ojo, despistado.

Sin darle al hecho aquel más importancia,
ni pensar en hacer economía,
compróse un ojo nuevo al otro día,
pues el ojo, en cuestión, daba prestancia.

Sin embargo, y durante una semana,
se encontró muy doliente y estreñido,
por ello decidió —muy a desgana—

acudir a un galeno conocido.
El médico examina a su paciente
y mira por la puerta del trasero;

al cabo, diagnostica doctamente:
“No quisiera asustarle, caballero,
pero dentro del culo tiene gente”.