jueves, 27 de julio de 2017

DE UNO QUE EN EL MAR SE HACÍA EL MUERTO



Mi querido amigo y compañero, el catedrático de la Universidad de Sevilla, don Juan Torres López, reconocido economista de este país y de sus múltiples nacionalidades, me remite la foto, que aparece más abajo, con el texto “Chisneto”. Le pregunto “¿Más datos?”. Su respuesta es “No”.

Con esas herramientas, entro en una simpática página, LA VOZ DEL BECARIO, y encuentro la información oportuna para pasar al verso esta chusca historia que refleja la indefensión que sufrimos los andaluces ante un injusto Impuesto de Sucesiones, que nuestros protectores socialistas y “socialistos” (encabezados por Susana Díaz), quieren imponernos a la fuerza: doblado, y sin calzador.



La semana pasada, en Mazagón,
en la costa de Huelva, junto al puerto,
un sevillano, que se “hacía el muerto”,
fue objeto de una insólita sanción.

De inmediato, La Junta (la andaluza),
le apremió a que él, o algún pariente,
asumiera el Impuesto pertinente
por sucesión, o herencia. ¡Qué gentuza!

El hombre rellenó, de mala gana,
un formulario con cien alegaciones,
demostrando estar vivo y coleando.

Y obtuvo la respuesta de Susana
que, aunque estuviera en plenas vacaciones,
decía que se hallaba trabajando:

«Con esto no se juega —“razonaba”—.
Esto es un caso serio. Le ha faltado
fingir que estaba usted un poco muerto.

Nuestros técnicos vieron que flotaba,
y actuaron según lo regulado.
Por mi parte, este caso sigue abierto.

Y si quiere una pronta solución:
¡muérase cuanto antes, so llorón».


jueves, 13 de julio de 2017

BOCATA DE JAMÓN Y...


Es la onomástica de mi hijo Enrique, y no se me ha ocurrido mejor felicitación que la de dedicarle un chisneto que bebe de una historieta que lleva dando vueltas por ahí, desde hace un par de años.
Como ya es mayorcito y muy guasón, estoy seguro de que mi historia no le parecerá inapropiada..., aunque, eso sí, puede que le preocupe que el jamón que la oferta no haya de ser de pata negra y cinco bellotas, sino de blanco y redondo cerdo holandés. Feliz día, Quique.


Por una carretera de Jerez,
un conductor avista un restaurante
que anuncia con un rótulo flamante:
Bocata de jamón y paja, diez.

“Diez euros, se supone; pues no es caro
–piensa el nota–. No van a ser pesetas”.
Entra, y a una gachí de grandes tetas
que se encuentra en la barra, le habla claro:

«¿Eres tú quien se encarga de la paja?».
«Lo soy» –responde ella, y guiña un ojo.
Y el hombre va y le dice en voz muy baja:

«Pues lávate las manos, corazón,
que, como hoy me encuentro un poco flojo,
solo quiero el bocata de jamón».