sábado, 20 de enero de 2018

UN VUELO ""LOW COST" A NUEVA YORK


La historieta que sigue es fruto de una ocurrencia familiar –por lo tanto, inédita hasta ahora–, surgida a raíz de una noticia televisiva en la que se anunciaba que las compañías aéreas de bajo coste estudiaban la posibilidad de cobrar un canon por el segundo bolso de mano que se llevara en vuelo.
En ese momento nos vino a la memoria la entrañable imagen de Heidi, quien en uno de los capítulos de la famosa serie de animación, se enfundaba toda la ropa de que disponía.
De ahí a hacer un chiste, relativamente fácil, no tardé mucho. Hacer el chisneto ha sido un poco más difícil. Dicho esto, y aprovechando que es Enero, mes de “cumples” y de onomásticas de amigos y familiares, quiero dedicarlo a Sebastián Fernández (mi tradicional proveedor de historias), a mi hija Isabel, a mi profesor y amigo Francisco Alijo, a Memé, mi querida madre política, al entrañable y santo Padre Tejera, a mi imbatible contrincante Isa Sala, al doctor don Joaquín Martín Bocanegra, médico de generaciones en nuestras familias, a mi sobrino Pablo(asiduo en mis dedicatorias), a mi hermana  Mari Paz y a su hija, mi sobrina, a mi compañero de fatigas académicas Antonio Miranda, a mi hijo Enrique, y a dos “hermanos” de nuestro “campito”, Manuel, “El Maúro” y Francisco Moreno, “Paquillo el nuestro”. Y, si acaso me  he olvidado a alguien de la lista, también va por él (o por ella).


Uno encuentra a un amigo, del que sabe,
que estuvo en Nueva York: «¿Qué tal, “viajante”?,
supongo que una estancia relajante».
«Pues estuvo peor de lo que cabe.

–le responde el amigo–. Fue un fracaso».
« ¿Y eso? –repregunta el anterior–.
¡Si todos hablan bien de Nueva York!*».
«No te digo que no, pero en mi caso...

En invierno, con cuatro bajo cero,
y en vuelos low cost (que son baratos),
por no pagar exceso de equipaje,

me puse el vestuario todo entero:
gorros, jerséis, dos pares de zapatos,
y, encima de la ropa, llevé un traje».

«¿Y, qué tiene que ver la indumentaria
con tu desilusión americana?»,
le pregunta el amigo, sorprendido.

«Que, estando en el control de la aduana
para pasar revista rutinaria
(según el protocolo establecido),

me tuve que quedar** todo en pelota.
Luego me revestí –aclaró el nota–,
porque no descubrieron cosa extraña.

Y, cuando todo al fin se hubo aclarado,
mi visado ya había caducado,
y, entonces, me largaron para España».

*   La K es “muda”

** Solecismo obligado por la medida

domingo, 7 de enero de 2018

UNO QUE QUERÍA BAILAR CON UNA NEGRA


Como saludo, en este nuevo año, me he permitido comenzar  con una curiosa historia, muy a tono con la tan manida, traída y llevaba “diversidad”. Hay que estar muy borracho…


A un tal que preguntó: «Negra, ¿bailamos?»,
la persona aludida dijo: «No»,
y con cuatro argumentos razonó
el porqué se negaba. Lo explicamos:

«Primero –dijo–, usted está borracho
(lo que a decir verdad era notorio).
Segundo, porque esto es un velorio,
y lloramos la muerte de un muchacho».

La tercera razón era de peso:
«No se baila; se canta “Ave María”;
la oración no se hizo para eso.

Y cuarto, y principal: A esa locura
de querer que yo baile, le diría
que no soy una negra: ¡Soy el cura!».