domingo, 15 de abril de 2018

CUATRO AMIGOS QUE FUERON A PESCAR




Casi un mes sin publicar un chisneto (¿pereza literaria?: no creo), por cuanto no he dejado de escribir. Hoy, sí publico esta historia que se me “resistía” (no la censuréis mucho), y con la que espero sacaros una sonrisa, en el día en que mi, hasta ahora, última nieta, Elena Redoli de Unamuno, recibirá el Sacramento del Bautismo, y pasará a ser un nuevo miembro de nuestra Iglesia.

Cuatro amigos, pacientes pescadores,
pasan un rato de pesca en compañía.
Uno de ellos, de pronto, se confía
y dice a sus colegas “predadores”:

«Para poder venir aquí, señores,
le he dicho a mi mujer que pintaría
comedor y cocina, y que pondría
a las puertas los nuevos tiradores».

Tras él, otro colega se sincera:
«Pues yo, para poder venir de pesca,
he limpiado enterita la nevera».

Y el tercero: «Por no meterme en gresca,
le he soltado una frase quijotesca:
“Este año te llevo a la Riviera”».

              [II]

Oída la razón, o parrafada,
alegada por cada” relator”,
faltaba aún que el otro pescador,
expusiera la suya, razonada.

Habiéndole llegado, pues, el turno,
y en vista de que tiene que mojarse
(sabe bien que no puede escaquearse),
declara, entre burlón y taciturno:

«Pues yo, que no sabía qué contar,
le he dicho a mi mujer: “Cariño mío
¿hacemos el amor?, ¿voy a pescar?...,

¡que ya van mis colegas para el río!”
Y ella me ha respondido, sin dudar:
«Pues, abrígate bien; no cojas frío».


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