jueves, 11 de octubre de 2018

CONTROL DE ALCOHOLEMIA A UNA FAMILIA


Dos de mis cuñados cumplen años en estos días, Diego Gómez Cabrera, y Juan Sánchez Moral, a ellos dedico el siguiente chisneto, al que acompaña esta seudomoraleja:
Aunque el tiempo no acompañe, estas son fechas de puente, de viajes, y esparcimiento. Fechas que debemos disfrutar y no sufrir. La historia que sigue es un aviso a conductores y viajeros... Algún día tenía que ponerme serio (digo yo).


De regreso a su casa, tras salir
comidos y bebidos de una venta,
un conductor, su suegra, su parienta
y un niño, que tres años va a cumplir,

se dan con un control de carretera
(control de alcoholemia, tan frecuente).
Al ver que se le acerca un recio agente
el hombre se echa mano a la cartera,

extrae su carné de conducción,
y luego se lo entrega al policía.
Este dice, mostrando una boquilla:

«Por favor, sople usted con decisión.
Tome aire y, con toda su energía,
expúlselo. La cosa es muy sencilla».

                            [II]

El hombre, obedeciendo aquel mandato,
hace  lo que le dicen y... ¡aprobado!:
¡triplica lo legalmente aceptado!
Sin embargo protesta: «Ese aparato

no marca lo correcto: no he bebido.
Pruebe usted con mi suegra a ver que da».
El agente se presta. Así que va,
y acepta lo que el hombre le ha pedido.

Con la nueva boquilla, ya embutida:
«Sople», le dice el poli a la señora.
La suegra suelta el aire, y lo empeora:
¡cuatro veces la tasa permitida!

«No estoy de acuerdo ―dice el conductor―.
Que sople mi mujer. Sopla, cariño».
Y la mujer, después de hacer la prueba,

supera en su registro al anterior.
«Este trasto está mal. Que sople el niño»,
sugiere ahora el marido (cosa nueva).

El niño da lo mismo que dio el padre.
El agente supone que algo falla,
y le pide disculpas a aquel tío.

Continúan viaje, y, a la madre,
le dice su marido: «Vaya, vaya.
Por poco la cagamos, amor mío:

si no le doy al niño aquel chupito,
me llevan a la cárcel derechito».



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