miércoles, 15 de enero de 2014

DE UN PERRO QUE VOLVIÓ DE RUSIA



     Es posible que la historia sea un tanto anacrónica (¿o no?); pero lo cierto es que forma parte de mi primer libro de chisnetos, y me ha parecido oportuno recordarla en este tiempo:


Se encontraron, después de algunos años,
dos perros que estuvieron distanciados
por motivos —quizá— nunca aclarados…
digamos que... por móviles extraños.

“¿Dónde estuviste tanto tiempo ausente?”,
preguntó el primer perro al que volvía.
“En Rusia; y en Moscú, donde vivía,
no me faltaba carne y pan caliente.

Y si el frío apretaba en el invierno,
yo tenía mi estufa de carbón...
y mi dueño con pieles me hizo un terno”.

“¿Y estando tan a gusto te has venido?”,
preguntó el otro perro socarrón.
Y confesó el canino presumido:

“En realidad, me tuve que marchar
porque ¡tenía unas ganas de ladrar!”


jueves, 2 de enero de 2014

NANA PARA MI HIJA ISABEL



        Hoy es el cumpleaños de mi hija mayor, Isabel, y, amén de la felicitación al uso que le desearé dentro de un rato cuando nos reunamos a comer con el resto de mis hijos, quiero traer aquí una letrilla muy simple que yo solía cantarle, a modo de nana, cuando ella era tan tierna como ahora, pero menos crecida.

"Duérmete,
pedacito de cielo,
de amor y de fe.
Duérmete,
que en tus sueños
te espera el Señor, Isabel.
Duérmete,
cada noche te digo
lo mismo, mi bien.
Duérmete, duérmete, duérmete..."