sábado, 17 de marzo de 2018

LA JUBILACIÓN DE FERNANDO RAYA






En el día de ayer, compañeros, amigos y familiares de Fernando Raya Aranda, Jefe de Personal docente de la UMA, tuvimos la satisfacción de compartir, y departir en un entrañable acto con que el que quisimos honrarle, no solo con motivo de su merecidísima jubilación, sino por cuanto de bueno y generoso ha ido dejando en el camino que, a lo largo de más de cuarenta años de servicios, le ha conducido hasta ella.

Todos compartimos y departimos con él ―y entre nosotros― en un encuentro, insospechado por Fernando, pero, sutilmente organizado por su hermano Paco.

En un segmento que abarcaba toda clase de opiniones políticas, académicas, o ideológicas, sobresalió el buen entendimiento, la pax nobis, y sobre todo, el reconocimiento público a una labor única e irrepetible, de la que todos, en mayor o menor grado, nos sentimos deudores. Pasará mucho tiempo, antes de que alguien como él ofrezca a nuestra Universidad, esa profesionalidad, ese celo por el trabajo, y ese bien hacer, frutos del tesón, y del gran corazón de Fernando.

Un recuerdo a quienes no pudieron acudir, unas palabras de cariño y encomio de algunos participantes, y, cómo no, las de este que escribe y que, tras declararse “cultivador del ridículo”, contribuyó con la lectura de un pretérito documento, escrito en verso, en el que, en su calidad de Director de departamento, solicitaba, de Mari Carmen Carvajal, nuestra entonces Directora General de Profesorado, y compañera laboral de Fernando, una inexcusable y perentoria plaza de profesor de Alemán.
Hago, también, extensivo mi agradecimiento y mi cariño a esta irrepetible dama y amiga.


Me creció, Doña Carmen, otro enano
(o digamos enana, que es más justo).
Maite Sánchez se fue, muy a disgusto.
Regina renunció, e Inma Almahano,

tras dar un par de clases de tanteo
[está ‘fuera de cuentas y en espera’],
me dejó en esta plaza de tercera
―por no decir de cuarta― en que me veo

toreando al pedazo de alumnado
que en Alemán se me ha matriculado.
Prosigo, Doña Carmen, divagaba.

La siguiente en la bolsa de trabajo,
llamó, y dijo que no; que ¡qué carajo!,
que por poco parné no madrugaba.

                            [II]

Nos queda, aún, la quinta, y me supongo
que, con algo de suerte y un anzuelo,
podríamos pescarla; mas, recelo
que, si le hacemos un contrato―tongo,

esta, llamada Myriam, se nos pira
con viento fresco ―incluso con terral―;
así que no me falle, Carvajal,
que este, que es vuestro amigo, y bien os mira,

y lleva el sobrenombre de Ángel Cristo,
que vuestra muy Ilustrísima le ha puesto
―por aquello del circo y de panoli―,

le manda el alegato por Registro,
para ver si me arregla lo ya expuesto.
Dios guarde a V.I. (Firma, Redoli)

ILMA. SRA. DIRECTORA GENERAL DE PROFESORADO DE LA UMA