En este,
uno de los primeros chisnetos que escribí, he cambiado un par de palabras; pero
la historia sigue siendo la misma. Sed tolerantes...
Un
tuerto que se había acostumbrado
a
poner su ojo falso en un vasito,
se
despertó una noche ‘sudandito’
y
bebióse agua y ojo, despistado.
Sin
darle al hecho aquel más importancia,
ni
pensar en hacer economía,
compróse
un ojo nuevo al otro día,
pues
el ojo, en cuestión, daba prestancia.
Sin
embargo, y durante una semana,
se
encontró muy doliente y estreñido,
por
ello decidió —muy a desgana—
acudir
a un galeno conocido.
El
médico examina a su paciente
y
mira por la puerta del trasero;
al
cabo, diagnostica doctamente:
“No
quisiera asustarle, caballero,
pero
dentro del culo tiene gente”.
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