domingo, 3 de abril de 2016

UN ATESTADO DESPUÉS DE UN ACCIDENTE


              Querida Laura, en el día de tu cuarenta aniversario, quiero felicitarte con este chisneto que escribí hace tiempo, justo cuando cumpliste los veinte. ¡Cómo pasa el tiempo! Un beso muy grande. Papá.


UN ATESTADO DESPUÉS DEL ACCIDENTE

Dos polis —un sargento y un novicio—
se encuentran levantando un atestado
de un trágico accidente que ha costado
la vida a un vagabundo sin oficio.

El nuevo va anotando todo indicio
que pueda esclarecer lo que ha pasado.
Su superior le dicta apresurado
los datos inherentes al servicio:

“Pierna izquierda en mitad de la calzada;
tronco y brazos metidos en un bache;
cabeza, degollada en el arcén...”.

“Mi sargento, ¿se escribe arcén con hache?”
—pregunta, de manera inesperada,
el nuevo, que lo quiere hacer muy bien.

Y el jefe, propinando un patadón
a la suelta cabeza que, en pirueta,
va a caer al cercano canalón,

con voz autoritaria y diligente:
“Suprime lo de arcén y pon cuneta”,
le espeta por respuesta al buen agente.


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