miércoles, 28 de septiembre de 2016

DE UNO QUE LLEGÓ EN UNA PATERA

   Con la entrega de hoy, pretendo llamar la atención sobre un problema que nos desborda y avergüenza cada día (patera de las cuatro...).
   Lo del sobrecito con “premio” es una denuncia del fin último que espera a estos seres humanos, hermanos nuestros, que se juegan la vida en el mar, a cambio de un resultado incierto. La actitud del dueño del chiringuito es “verificable”. La alusión a pesetas y a duros, nos remonta a lo antiguo del problema.


DE UNO QUE LLEGÓ EN UNA PATERA
Llegado en la patera regular
de las cuatro, un morito toca playa.
Atrás quedan las penas, tras la raya
que funde en horizonte cielo y mar.

Con paso fatigado e irregular
el joven magrebí, que no desmaya,
encuentra veinte duros: «¡Vaya, vaya!
¡Qué suerte! ¡Y solo acabo de llegar!»

Y así, con las cien “pelas” en sus manos
pone rumbo a un famoso chiringuito
que se abre en la playa los veranos.

Viendo al dueño de dicho merendero
«¿Qué le das, “paisa” –dícele el morito–
por estos veinte duros a un patero?»

                     II                            
El otro, con talante baladí:
«Una borza de papa, “Caza Paco”»,
le dice y, casi, casi, suelta un taco.
Hecho ya el intercambio, el magrebí

se sienta allí en la arena, “calentito”,
a comer la manduca merecida.
Con más de media bolsa ya comida,
encuentra en su interior un sobrecito.

El moro se lo da al del merendero:
«¿Qué es esto, paisa?», dice el expatero.
«¿Otra vej este moro de narise?

–se dice para sí el del ventorrillo–.
¡Rasca, y mira qué tiene, hijo de Alá!»
«No, paisa rasca tú y me lo dise».

Por no llevar el caso más allá,
el requerido rasca el papelillo.
No más hacerlo estalla en risa loca.

«¿Dé que te ríes “paisa”?, ¿qué me toca?»,
Y el otro le contesta a aquel meteco:
«T’a tocao un viae pa Marrueco».



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