jueves, 29 de diciembre de 2016

EL PATÁN AL QUE EDUCARON



         Hoy ofrezco, en primicia, la aparición de mi Antología del Chisneto en la que, en unos cinco mil quinientos versos, doy vida a doscientas cuarenta y dos historias, recogidas a lo largo de estos últimos veinte años de trabajo arduo y placentero.

         En ella he querido recuperar el entrañable Prólogo que Chumy Chúmez dedicó a mi tercer libro. Ahora, y para honrar su memoria, publico aquí un chisneto basado en la historia que él contara, durante una conferencia que impartió en la Universidad de Málaga. Descansa en paz, querido Chumy.

A un patán que ganara el corazón
de una joven de clase preferente,
se le obligó a tomar, urgentemente,
clases de urbanidad y educación.

La familia encargó su formación
a un viejo preceptor que, sabiamente,
pulió al tosco patán, tan finamente,
que consiguió rayar la perfección.

Le enseñó palabritas en inglés
y también –cómo no– buenos modales
que el mozo asimiló con gran esfuerzo.

Celebraron, así, poco después,
la ceremonia y ágape nupciales
y el hombre sorprendió en el rico almuerzo.

                          [II]
Y es que, mientras comía, se expresaba:
«Pásame la salsita, pichoncito,
ponme un poco de vino, cariñito.
Hay que ver, tu mamá, qué bella estaba».

La novia, boquiabierta, le escuchaba
mirando tiernamente a su amorcito,
pensando que, cambiado su hombrecito,
la dicha más perfecta le aguardaba.

Se fueron tras el pródigo banquete
al tálamo nupcial, donde el zoquete
fue, de nuevo, un patán: «Cariño mío

–la eposa le explicó–, en el amor
también has de ser fino». Y dijo el tío:
«Pásame el coño, darling,  por favor».





viernes, 16 de diciembre de 2016

LO MISMO QUE EL AÑO PASADO



       Durante estos últimos años, algunos medios de comunicación, “modernos Saturnos”, han venido alimentándose del juego que daban dos Ritas. Pero este chollo se ha acabado: una de ellas ha fallecido (Q.E.P.D.), la otra ha resucitado hoy, y  digo resucitado porque no hay más que ver la cara de geisha decimonónica que tenía al principio de la historia, y la que luce ahora, por cuanto los jueces han entendido que enseñar (no lucir) en un lugar de culto, su torso semidesnudo, no es profanación ni es delito, solo irreverencia, y, consecuentemente, se la ha tratado como a otros compis de carrera: el del cenicero y el seiscientos, la quitabelenes, los quitacruces..., en fin, ha sido tratada con el mismo “candor” que se les habrá de aplicar de cara al futuro a cualquier despropósito (similar o relacionado) que surja de la mente insomne de cualquier “despropositante” de esos que dicen poder, pero que en realidad no pueden.
       Junto con el tropecientos por ciento de españoles y españolas (ahí, sin mariconadas), me hago esta pregunta: En el contexto ancestral de otras creencias religiosas, místicas o filosóficas ¿habrían tenido arrestos estos individuos para actuar de la misma manera?
       En fin, como existen precedentes de todo (ya lo dijo Salomón, Ecle 1.9, aunque no en latín: “Nil novi sub sole”), hoy, y para celebrar esa más que discutible absolución, he querido publicar en el blog una historia que, bien pudiera rayar lo irreverente, aunque nada más lejos de la realidad.

En la Semana Santa, en su sermón,
un sacerdote explica aquel pasaje
en que Jesús vivió tamaño ultraje
que le llevó a sufrir crucifixión:

«Los soldados romanos le escupieron,
se rieron de él, le maltrataron.
Con correas, las manos le ligaron,
y luego con sus látigos le hirieron».

Al fondo de la iglesia hay un mamado
que larga con su voz aguardentosa:
«Lo mismo le pasó el año pasado».

Pero el cura, en respuesta juiciosa,
no tiene en cuenta aquello que ha escuchado
y sigue con su prédica piadosa.

                          II
«Después de desnudarle, y ya cargado
con una dura cruz, le hicieron ir
al Calvario, dejándole morir.
«Lo mismo le pasó el año pasado»,

se le ocurrió al borracho repetir.
Ante tanto descaro irreverente
con una iglesia llena, y tanta gente,
el cura no podía consentir

la falta de respeto y cortesía.
Así que fue y llamó a la Policía,
que se encargó del nota y lo arrestó.

En el momento en que era interrogado
el borracho de nuevo respondió:
«Lo mismo me pasó el año pasado».