En busca de un oasis refrescante,
un
joven de color, fuerte y curtido,
caminaba,
cansado y decaído,
víctima
de un calor extenuante.
En
mitad, del desierto, el caminante,
encuentra
un recipiente. Decidido
lo
abre, y sale un genio recluido,
que,
agradecido, dice enajenante:
«Tres
deseos te otorgo. ¡Sé prudente!».
«Ser
blanco –dice el joven–, y, además,
ver
coños, y tener agua corriente».
«Todo
cuanto has pedido lo tendrás»,
le dijo
el genio, y, nada más se fue,
el buen
negro se convirtió en bidé.
Ja jaja, Feliz año nuevo don Ricardo, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMerci, Fran. Igualmente.
ResponderEliminarQue arte!
ResponderEliminarGracias, con algo de retraso.
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