domingo, 13 de enero de 2013




       Retomo los chisnetos con esta historia que procede de mi madre
 y que me fue contada por mi hermana Lucía. 
      He mantenido en pesetas las cantidades relativas al sueldo del
padre de familia, por aquello de que, en nuestros días, nodriza y euros
nos parecerían fuera de lugar. ¿O no? 
¡Buena semana!


EL QUE QUISO CONTRATAR UNA NODRIZA

                     [I]

Habiendo enviudado de su esposa,
un hombre requería a una niñera
que hiciera la labor de criandera
y atetase a una huérfana preciosa.

Llegados al momento del ajuste,
la nutriz desveló sus condiciones:
“Desayuno: manteca y chicharrones,
un ponche y un café siempre que guste.

Hacia media mañana una tortilla
con jamón de Jabugo o Cortegana,
y una taza de leche bien caliente;

eso permitirá que a su chiquilla
mi leche le resulte más liviana
y se críe más sana y resistente”.

                 [II]

Y siguió detallando su programa:
“Para almorzar requiero algo caliente:
digamos un cocido; es muy nutriente
y le va por la teta a la que mama.

A media tarde, tomo una empanada
de lomo o de chorizo salmantino,
con un vaso mediano de buen vino
y me quedo, con ello, merendada.

Debe tener en cuenta, caballero,
que si la niña queda insatisfecha
lo mejor es tomarse un buen asado;

así que, por la noche, mi cordero
con su vino fresquito acompañado.
Eso sí, de buen año la cosecha”.

[III]

Mencionó algo del postre la muchacha:
cuajada, cremas, pan de Santa Rita,
buñuelitos de viento y leche frita…
y sugirió, también, tarta borracha.

El padre, que no sé si he mencionado
que tenía esa niña y otros tres,
y cincuenta pesetas para el mes,
preguntóle a la chacha algo turbado:

“¿Y cuánto cobraría por prestarme
el servicio que acaba de glosarme?”
“Cuarenta pesetillas, alma mía”.

Y el viudo, después de echar la cuenta:
“Quédese usted —le dijo— las cincuenta
y dénos teta a todos cada día”.

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