Es tiempo de oposiciones. ¡Suerte a todas (y a todos)!
UNO QUE SUSPENDIÓ NO POCAS VECES
Un aspirante, flojo y comodón,
llegó desde su pueblo a la ciudad
a sufrir (esa era la verdad)
una enésima prueba-oposición.
Su amor a la vagancia y a la cama
dieron, al fin, el fruto presentido;
a saber: otra vez fue
suspendido.
El joven manda al padre un telegrama:
“Suspenso injustamente. Estoy tranquilo.
Espérame estación. Llego mañana”.
Y el padre le remite el suyo, al hilo:
“Espero en estación, ten por seguro.
Encomiéndate a Dios y a Santa Ana.
Paliza asegurada. Te lo juro.
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