sábado, 12 de noviembre de 2016

UN CABALLO QUE NO ENCONTRABA EL CELO


         Esta historia la cuenta, en versión chiste, el irrepetible Joaquín Sánchez (¡Viva er Beti!). Ya se la he oído en dos ocasiones y me he permitido hacer mi interpretación en un chisneto que quiero dedicarle a él y a Monset Ciuraneta, contrincante de Apalabrados, que apreció enfrentarse a un catedrático...
             Aunque, al fin y al cabo, estimada amiga, un catedrático en España viene a ser como un concejal en Cuenca. Espero que la historia os guste a todos.


Un dueño de caballos departía
con otro del oficio, sobre un tema
que, en verdad, le causaba un gran problema:
su mejor semental ya no cubría:

«Ya tengo a la yeguada en pleno celo,
y el caballo no muestra empeño alguno.
No sé qué hacer. Ni sé qué es lo oportuno.
¿Lo jubilo, lo castro, lo flagelo...?».

El amigo responde: «Pues el mío,
tenía una desgana similar.
Me fui al veterinario a consultar

y me vendió un jarabe. ¡No veas, tío,
el caballo no para de montar!
Calculo que ha cubierto a unas cuarenta».

«¿Y recuerdas el nombre del jarabe?»
«Pues no –le dice el otro– ; pero es suave,
y tiene un saborcillo como a menta».



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