A la memoria
de mi padre, Enrique Redoli, en el decimonoveno aniversario de su partida
Si hace unos meses publiqué un poema (atípico
con el prosósito de este blog) dedicado a mi madre, en esta ocasión he querido
hacer lo propio y rescatar este soneto que escribí por el fallecimiento de nuestro querido padre, Faustino (por el santo del día) Gervasio (por uno de sus
abuelos) y Enrique (por el caprichoso nombre que se le ocurrió a su padrino),
triada onomástica que, a lo largo de su vida, habría de causarle no pocos
problemas por parte de la oficialidad, y es que, la confluencia de tantos
nombres, quedaba reducida a la de Enrique. Era así como todos le conocían y solían
llamarle.
Una parte de mí se va contigo
para
estar a tu lado y protegerte,
y
compartir, así, la extrema suerte
que
debes afrontar, padre y amigo.
Tuviste
que enfrentarte a un enemigo
que,
en lucha desigual, logró vencerte
y
entregarte, sumiso, ante la
Muerte.
Ahora
que te vas, padre, te digo
que,
sí dejas aquí cuanto quisiste:
tus
hijos y el trabajo de tus manos
tenaces,
incansables y sufridas,
Arriba
encontrarás lo que perdiste:
tus
padres, nuestra madre y tus hermanos.
Rogad
juntos a Dios por nuestras vidas.
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