lunes, 31 de diciembre de 2018

BUSCANDO UN OASIS EN EL DESIERTO


Para terminar este 2018, y después de dos meses de inactividad
corsaria (que no poética) felicito el nuevo año, con esta historia
de procedencia anónima, que dedico a mis habituales oponentes
de Apalabrados, y a mis sufridores comunicantes de Wasap.
Gracias por conseguir que mi obligado retiro me resulte un poco
más placentero.


En busca de un oasis refrescante,
un joven de color, fuerte y curtido,
caminaba, cansado y decaído,
víctima de un calor extenuante.

En mitad, del desierto, el caminante,
encuentra un recipiente. Decidido
lo abre, y sale un genio recluido,
que, agradecido, dice enajenante:

«Tres deseos te otorgo. ¡Sé prudente!».
«Ser blanco –dice el joven–, y, además,
ver coños, y tener agua corriente».

«Todo cuanto has pedido lo tendrás»,
le dijo el genio, y, nada más se fue,
el buen negro se convirtió en bidé.

sábado, 20 de octubre de 2018

UN VIEJO MARXISTA EN EL INFIERNO




(Si echas algo en falta, añádelo; si sobra, quítalo. Va por ti, Ángel)
.
Ángel Velázquez, oponente de Apalabrados, contra el que juego desde hace un par de años, me envía el chiste original, remozado por él, y en el que su protagonista principal es un conocido personaje político.
Le digo que no suelo publicar chisnetos con ese sesgo, aunque caigo en la cuenta de que, al menos dos de ellos (De un perro que volvió de Rusia, y Un devoto franquista se moría) sí pudieran tenerlo. Actúo en puridad, me pongo a la tarea, y sale esto.


Un hombre luchador, viejo marxista,
falleció y derechito fue al Infierno,
donde fue condenado al fuego eterno,
por su larga carrera de activista.

Pasada una semana, al condenado
le dieron por misión una caldera,
con esta obligación: que la tuviera
funcionando con fuego moderado.

Tras una quincenita de agobiante
trabajo, con calores infernales,
el condenado y viejo militante

propició una gran  huelga de fogones,
exigiendo seis horas semanales,
aire acondicionado... ¡y vacaciones!

                        [II]

Lo cierto es que la huelga cabreó
a propio Satanás, quien, decidido,
llamó al Cielo a contar lo sucedido.
contactó con San Pedro y le pidió:

«¿San Pedro?, con el Jefe, por favor».
El apóstol lo hizo, y el Diablo
dijo: «Señor, discúlpame si hablo
con tono denunciante y delator;

pero entiende que todo esto me indigna.
Has mandado al Infierno a un activista
que esgrime como arma la consigna

de acabar con la norma establecida.
y ante su pretensión oportunista,
exijo solución a esta movida».

                        [III]

Una vez que hubo oído a Satanás,
Dios, le dio la razón y así le dijo:
«A ver qué puedo hacer con ese hijo...
(no le dijo de quién). Lo mandarás

aquí arriba, veré cómo tratarle.
El Diablo se fue, y le obedeció:
al llegar a Infierno, le envió
a quien amenazaba desbancarle.

Y todo se arregló. Pasado un tiempo,
Satanás llamó al Cielo, al vicediós,
a ver cómo acabó aquel contratiempo.

«Oye, San Pedro, pásame con Dios».
«Soy camarada Pedro. ¿Me entendiste?
Y no me hables de Dios. ¡Que Dios no existe!».



jueves, 11 de octubre de 2018

CONTROL DE ALCOHOLEMIA A UNA FAMILIA


Dos de mis cuñados cumplen años en estos días, Diego Gómez Cabrera, y Juan Sánchez Moral, a ellos dedico el siguiente chisneto, al que acompaña esta seudomoraleja:
Aunque el tiempo no acompañe, estas son fechas de puente, de viajes, y esparcimiento. Fechas que debemos disfrutar y no sufrir. La historia que sigue es un aviso a conductores y viajeros... Algún día tenía que ponerme serio (digo yo).


De regreso a su casa, tras salir
comidos y bebidos de una venta,
un conductor, su suegra, su parienta
y un niño, que tres años va a cumplir,

se dan con un control de carretera
(control de alcoholemia, tan frecuente).
Al ver que se le acerca un recio agente
el hombre se echa mano a la cartera,

extrae su carné de conducción,
y luego se lo entrega al policía.
Este dice, mostrando una boquilla:

«Por favor, sople usted con decisión.
Tome aire y, con toda su energía,
expúlselo. La cosa es muy sencilla».

                            [II]

El hombre, obedeciendo aquel mandato,
hace  lo que le dicen y... ¡aprobado!:
¡triplica lo legalmente aceptado!
Sin embargo protesta: «Ese aparato

no marca lo correcto: no he bebido.
Pruebe usted con mi suegra a ver que da».
El agente se presta. Así que va,
y acepta lo que el hombre le ha pedido.

Con la nueva boquilla, ya embutida:
«Sople», le dice el poli a la señora.
La suegra suelta el aire, y lo empeora:
¡cuatro veces la tasa permitida!

«No estoy de acuerdo ―dice el conductor―.
Que sople mi mujer. Sopla, cariño».
Y la mujer, después de hacer la prueba,

supera en su registro al anterior.
«Este trasto está mal. Que sople el niño»,
sugiere ahora el marido (cosa nueva).

El niño da lo mismo que dio el padre.
El agente supone que algo falla,
y le pide disculpas a aquel tío.

Continúan viaje, y, a la madre,
le dice su marido: «Vaya, vaya.
Por poco la cagamos, amor mío:

si no le doy al niño aquel chupito,
me llevan a la cárcel derechito».



sábado, 29 de septiembre de 2018

¡CÓMO SE COME EN ESTE RESTAURANTE!



Esta mañana, cuando felicitaba a mi querido amigo, compañero y valedor académico, el profesor García Peinado, le he largado, de rondón, un breve chiste con el que, como siempre, he conseguido sacarle una sonrisa.
Ahora, presentado con el ropaje formal del chisneto, me complazco en dedicárselo en este día de su onomástica. Como puedes ver, querido Miguel Ángel, me da tiempo a casi todo. Un fuerte abrazo.

Uno que viajaba con su coche
por una carretera infrecuentada,
decidió efectuar una parada
por cuanto se acercaba ya la noche.

“Es hora de cenar”, pensó animado;
por ello, se detuvo ante un hostal
ubicado en un cruce vecinal,
y sin ningún vehículo aparcado.

“¿Cómo se comerá en el restaurante?”,
se preguntó esta vez el viajero.
Y así, con decisión y buen talante,

le hizo la pregunta al camarero,
el cual le respondió desinhibido:
«Lo que voy a decirle es todo cierto;

juzgue por usted mismo, caballero:
Diez mil euros nos hemos ya "comido",
y tan solo hace un mes que hemos abierto».



viernes, 24 de agosto de 2018

EL HOMBRE CRÉDULO ENGAÑADO




     Con este calor, y la poca gracia que destilan las circunstancias políticas y vacacionales, recurro a una antigua historia de cuernos y "tolerancia", para no dejar sin chisneto este irrepetible agosto.

Un esposo, con fama de inocente,
que regresó a su casa antes de hora,
alertó, sin saberlo, a su señora
que estaba con su amante, ricamente.

La mujer, por respeto a su marido,
escondió a su galán en el ropero
y se puso a coser, al retortero,
con el fin de encubrir lo acaecido.

Y como el del armario iba desnudo,
el cándido marido –ya cabrón–
se encontró la sorpresa del cornudo:

camisa, camiseta, pantalón,
y el resto del ajuar de aquel bribón,
incluida corbata (sin el nudo).

               [II]  

El hombre preguntó a su compañera:
«¿Qué pinta tanta ropa en nuestro cuarto?».
Ella, que estaba al borde del infarto,
se inventó una respuesta marrullera:

«Este montón de ropa que hay aquí,
lo ha mandado esta tarde tu cuñada.
Al marido le queda un poco holgada
y la estoy arreglando para ti».

«¿Y este reloj de acero inoxidable?»,
Le preguntó el marido a su costilla.
«Me ha salido en un vale canjeable

por comprar una nueva mantequilla.
–Y añadió con un tono zalamero–.
Y, por ti, lo escogí de caballero».

                [III]

El hombre, convencido se quedó.
Y, así, tras despojarse de su ropa,
se fue todo derecho al guardarropa,
tiró de las dos puertas y lo abrió.

Y encontró al pelotari allí escondido,
agarrado a la barra, fuertemente.
«¿Qué hace usted en mi armario, so indecente?»,
le preguntó entre bobo y sorprendido.

«Si creyó cuanto dijo su señora,
usted es como cuenta el vecindario
–le replicó, a su vez, el concubino–.

Ciérreme ya las puertas sin demora
que esto es un ascensor, y no un armario,
y yo voy para el sexto. ¡Adiós, vecino!».



miércoles, 4 de julio de 2018

UNA SEÑORA QUE ENCARGÓ UN RETRATO





La historia original me la envió uno de mis asiduos comunicantes y amigos (en esta ocasión creo que fue Juan Aranda).  Durante un mes, he estado diciendo “Hay materia de chisneto”, aunque, pensándolo, más detenidamente, he visto que se me presentaba un difícil reto a la hora de aplicar  un buen final ‘rimado’... Sea como fuere, aquí está el resultado (aceptable, espero) que hago público hoy, después de un mes de vagancia ‘escribidora'.

 Una mujer, según cuenta la historia,
viendo que se moría, decidió
hacerse un buen retrato, y acudió
a un pintor, cuya fama era notoria.

«¿Y podría incluir sobre mi frente
una bella diadema de platino?»,
preguntó. Y el pintor así convino:
«Por mi parte, no veo inconveniente».

Poco después, un nuevo caprichito:
«Y, dígame, maestro, ¿no podría
pintarme con collar y gargantilla?».

Y el hombre satisfizo el encarguito
y pintó lo que ella le pedía
(que, por cierto, quedó de maravilla).

                     [II]

   El retrato en cuestión era sedente,
así que la mujer protagonista
pidió más 'guarnición' a aquel artista:
«Cuatro anillos de oro refulgente

para dar más empaque y armonía
a mis dedos de manos dibujadas.
Y, para mis muñecas delicadas,
esclavas de platino y pedrería».

Y, cuando el cuadro estuvo terminado,
el pintor preguntó: «¿No ve sobrante
la cantidad de joyas que he pintado?».

«No señor. Cuando yo la haya palmado,
mi marido, que tiene ya una amante,
se casa, y me imagino, al gilipollas,

y a ella, con el rostro demudado,
buscando dónde puse tantas joyas».

jueves, 31 de mayo de 2018

GUZMÁN EL BUENO Y LA PLAZA DE TARIFA





Este chisneto se basa en una deliciosa historia que solía contar Paco Gandía (1929-2005), quien por su peculiar estilo, como decidor humorista, la convertía en, uno de los mejores exponentes de su magistral repertorio.

Adaptarla al verso ha sido todo un reto, pero aquí está, con sus defectos (¿y virtudes?), y, a sabiendas de que no destilará el gracejo y el arte socarrón que sabía darle este andaluz inmortal.

       En esta ocasión, a tenor de que hoy, treinta y uno de mayo, cumplen años dos queridas personas de mi entorno, (Nora Toscano, y Marta Sánchez Redoli), mi dedicatoria es para ambas. A Nora, que comienza una nueva aventura laboral en Guatemala, con mi augurio del mayor de los éxitos, y a mi sobrina Marta, que irradia felicidad por doquier (por cuanto gesta una preciosa vida), con mis mejores deseos.

       No puedo olvidar en esta dedicatoria mi palabra dada, recientemente, a Patricia Palanques (inteligente y excelente encuestadora) quien, por primera vez, va a acceder al blog de este adaptador de historias chuscas, bajo el digno ropaje del soneto.


La plaza de Tarifa, sufrió, antaño,
asedios y bloqueos a montones;
los moros –como siempre, machacones–
la asediaban tres veces cada año.

Y nada: no había suerte. Y no era extraño,
porque había un barón con dos c...
que le plantaba cara a los moscones
blandiendo su puñal de gran tamaño.

Consiguió un jefecillo musulmán
raptar al primogénito de El Bueno
(Guzmán, era de nombre su linaje).

Por medio de aquel rapto, el muy truhán,
esperaba, cual cuco sarraceno,
rendir a aquel buen noble, por chantaje.

                          [II]
«No te entrego la plaza, moro astuto.
Se la debo a Don Sancho, mi señor,
y, antes que someterla al deshonor,
prefiero soportar un negro luto.

Tarifa no se rinde, a ningún bruto.
Quien quiera disfrutar de tal honor
tendrá que echarle mucho pundonor.
No admito tu chantaje, en absoluto».

En vista de que nada le rendía,
los moros prepararon una treta
a ver si El Bueno, al fin, capitulara:

pusieron a un morillo, noche y día,
tocando, sin descanso, una trompeta,
esperando que el noble claudicara.

                          [III]

Y estuvo el trompetero una semana
tocando la trompeta, con tal ciencia,
que del tubo salía una estridencia
mitad croar de grajo, mitad rana.

Al cabo, Don Guzmán, una mañana,
perdida ya del todo su paciencia,
subió hasta un torreón y, cual sentencia,
le dijo al musulmán de mala gana:

«Ahí tienes mi puñal, cuya cuchilla,
forjada con acero de Navarra,
proclama mi linaje y mi grandeza.

Y, si matas con él al trompetilla,
que nos ha estado dando la tabarra,
hoy mismo rendiré la fortaleza».


martes, 22 de mayo de 2018

LA VIEJA SOLTERONA Y SANTA RITA


.

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Protectora de muchas ciudades y pueblos europeos, esta conocida santa medieval es venerada y considerada abogada de las causas imposibles (obsérvese que los sufridos funcionarios de ayuntamientos locales, la tienen por patrona).

Para escribir este chisneto, he tenido que armonizar una antigua y chusca historia (que me llegó de Candelaria Domínguez, profesora amiga), con la seriedad del culto propio del día. Con pocos mimbres, he recurrido a un lugar común apropiado (una ermita) y a la inquebrantable fe de la protagonista. El resultado lo hago público en el blog, hoy, veintidós de mayo, festividad de esta santa italiana, que falleció, en olor de multitudes, en ese día del año 1457.


LA VIEJA SOLTERONA Y SANTA RITA
Una mujer, soltera inmemorial,
subía cada día hasta una ermita
a pedir con fervor a Santa Rita
remedio y compasión para su mal.

El sacristán, testigo habitual,
sabedor de la causa que la irrita,
propone a su mujer esta bromita:
«Mañana harás de santa ‘al natural’ ».

Y así fue, y escondida en la hornacina,
la chusca sacristana, la conmina:
«¿Por qué quieres casarte, desdichada?
Fíjate en mí, no necesito nada».

«Para ti es muy sencillo –le replica–,
lo tienes de escayola, y no te pica».



domingo, 6 de mayo de 2018

EL AMOR INTEMPORAL DE UNA MADRE




      En el día de la Madre, me ha parecido apropiado traer este soneto,  y hacerlo extensivo, junto con mi dedicatoria, a todas las madres que conozco, a las que he conocido, y las que, sin conocerme o conocerlas, pudieran leer estos versos. 

     Alguien me ha dicho, en tono burlón, que para comprenderlo in extenso, hay que tener el nivel C1 en Lengua Castellana: ¡exagerado!
  
     No obstante, creo que, con una breve aclaración, todo hispanohablante debería entender el concepto de intemporalidad al que aludo en el título. Veamos: anacrónico es que no se corresponde con el tiempo en su desarrollo; diacrónico, con anterioridad al tiempo presente, y sincrónico alude al momento actual (tampoco es tan difícil, M.C.).


EL AMOR INTEMPORAL DE UNA MADRE
El amor de una madre es anacrónico:
va más allá del tiempo y del momento,
es grande como el propio firmamento,
y, no solo es real, sino platónico.

El amor de una madre es diacrónico:
aflora desde el tibio alojamiento
que acoge nuestro lapso soñoliento.
El amor de una madre es tan sincrónico

que cursa en paralelo a nuestra vida,
y es sombra que perfila nuestro sino.
Metáfora de amor, madre sufrida,

amor dulce, celeste, generoso,
fuente que se nos brinda en el camino
y calma nuestra sed: ¡Amor hermoso!