lunes, 31 de diciembre de 2012


EL QUE ORGANIZÓ UN CONCIERTO MUSICAL

            [I]
Habíase anunciando una velada
de grupos y discjockeys afamados,
a precios realmente abaratados,
por lo que era imposible hallar entrada.

En la noche del día convenido,
rebasada la hora del evento,
el público, nervioso y descontento,
comienza el abucheo consabido.

Pasado un tiempo más que prudencial,
entra en escena el quidam responsable,
y el silencio, por fin, se restablece.

Acallado el revuelo general,
el hombre le dirige al respetable
la justa aclaración que se merece:

            [II]

“¡Señores! —dice el hombre gravemente—,
la velada no va a tener lugar:
todo ha sido una estafa peculiar
para pagar mis deudas. Francamente,

pueden hacer conmigo lo que quieran.
Si me matan están en su derecho:
soy único culpable de este hecho.
Lo siento por mis hijos, que me esperan”.

El público se muestra tolerante;
al fin y al cabo, tanto no han pagado,
y decide evacuar sin más reproche.

Al verse perdonado, el anunciante
vocea con arrojo inusitado:
“¡Que el domingo hay función de tarde y noche!”

lunes, 24 de diciembre de 2012


EL BUEY Y EL ASNO DEL PESEBRE

(Evangelio del pseudo-Mateo, cap. XIV, en Biblioteca personal de Jorge Luis Borges, pp. 47-48, Ediciones Orbis, S.A., Barcelona, 1987)

1. El tercer día después del nacimiento del Señor, María salió de la gruta, y entró en un establo, y depositó al niño en el pesebre, y el buey y el asno lo adoraron. Entonces se cumplió lo que había anunciado el profeta Isaías: “El buey ha conocido a su dueño, y el asno el pesebre de su señor”.

2. Y estos mismos animales, que tenían al niño entre ellos, lo adoraban sin cesar. Entonces se cumplió lo que se dijo por boca del profeta Habacuc: “Te manifestarás entre dos animales”. Y José y María permanecieron en este sitio con el niño durante tres días.





Si crees que en Navidad

el Niño Jesús nació,
que en un pesebre durmió
a pesar de su deidad...,
si crees que un asno y un buey
con su calor le avivaron,
y, si crees que le adoraron
como siempre ha sido ley
los reyes magos de Oriente:
desatiende las sentencias
que rebaten tus creencias
en el momento presente.
Y, con esa voluntad,
podrás ser como Jesús:
Inocencia, Paz y Luz
la próxima Navidad..

domingo, 16 de diciembre de 2012


     Este de hoy forma parte de mi primer libro de chisnetos. He eliminado los nombres de los personajes, Juan y Evaristo, que, al fin y al cabo, sólo aparecían en el texto por razones de medida y de rima. He precipitado el desenlace de la historia que, en su versión original en prosa, era contada por mi amigo y exvecino Jesús Rodríguez, de Maderas Anselmo Rodríguez. 
    Entiendo que estas referencias son prácticas, ya que os pueden servir como "bono de presentación y descuento", si es que os da por actualizar vuestra cocina, montar un entarimado -flotante o no-, o pedís que os instalen unas estanterías u otros muebles al uso. Va por Jesús y por todos vosotros.


DE UN TUERTO QUE INTENTÓ
ROBAR LIMONES

A un campo de limones en sazón
llegaron dos amigos de lo ajeno,
con la esperanza de llevarse lleno
un saco del tamaño de un camión.

La noche propiciaba la incursión.
El temple de los cacos era bueno.
El uno, con arrojo y desenfreno,
se sube a un limonero “del tirón”.

El otro hace lo propio aun siendo tuerto,
y en menos de un pispás ya está subido;
mas, de pronto, se queja: “¡Yo deserto!”

“¿Tan pronto, compañero, das de mano?”,
le pregunta el primero. Y el torcido:
“Se quedó en una rama mi ojo sano”.


                            
                                   by Carmen García Rueda


             

martes, 11 de diciembre de 2012


DOS MARIQUITAS VISITAN TIERRA SANTA

Dos viejos mariquitas visitaron
la tierra de Jesús, allá en Judea.
Se dirigieron luego a Galilea
y en su histórico lago navegaron.

Tras hacer una corta travesía
en la que cual disfrutaron del paisaje,
el barquero pidió por el viaje
cincuenta mil pesetas: “¡Madre mía!

¿Cincuenta mil de qué, so ladroncillo?,
si el paseo duró sólo un ratillo”,
le dijo un mariquita protestando.

Y sentenció el judío, un hombre listo:
“En este lago anduvo Jesucristo”.
Y el mariquita, que acabó pagando,

le dijo: “Me lo creo, Salomón,
no me extraña que Dios se fuera andando
con lo cara que cobras la excursión”.