lunes, 31 de diciembre de 2012


EL QUE ORGANIZÓ UN CONCIERTO MUSICAL

            [I]
Habíase anunciando una velada
de grupos y discjockeys afamados,
a precios realmente abaratados,
por lo que era imposible hallar entrada.

En la noche del día convenido,
rebasada la hora del evento,
el público, nervioso y descontento,
comienza el abucheo consabido.

Pasado un tiempo más que prudencial,
entra en escena el quidam responsable,
y el silencio, por fin, se restablece.

Acallado el revuelo general,
el hombre le dirige al respetable
la justa aclaración que se merece:

            [II]

“¡Señores! —dice el hombre gravemente—,
la velada no va a tener lugar:
todo ha sido una estafa peculiar
para pagar mis deudas. Francamente,

pueden hacer conmigo lo que quieran.
Si me matan están en su derecho:
soy único culpable de este hecho.
Lo siento por mis hijos, que me esperan”.

El público se muestra tolerante;
al fin y al cabo, tanto no han pagado,
y decide evacuar sin más reproche.

Al verse perdonado, el anunciante
vocea con arrojo inusitado:
“¡Que el domingo hay función de tarde y noche!”

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