Siguiendo con el preobituario...
UNO QUE SE CONFIESA A SU SEÑORA
Uno que estaba enfermo y se moría
quiso dejar
tranquila su conciencia,
confesando
a su esposa su experiencia
en asuntos
de faldas, y decía:
“¿Te
acuerdas de Paquita, la criada
que tuvimos
a poco de casarnos,
y venía los
viernes a limpiarnos?:
pues, su
cuerpo fue mío, esposa amada.
¿Y de
aquellas dos primas de Onteniente
que venían
a vernos en verano?:
sus cuerpos
fueron míos, igualmente”.
La esposa con un guiño complaciente,
acaricia al enfermo, con la mano,
y también le confiesa un viejo lío:
La esposa con un guiño complaciente,
acaricia al enfermo, con la mano,
y también le confiesa un viejo lío:
“No te
aflijas por esos desafueros;
vivimos
frente al Cuerpo de Bomberos:
pues,
ese Real Cuerpo ha sido mío”.