lunes, 1 de abril de 2013

   
    Este corsario tiene una vena religiosa poco al uso; sin ser muy amigo de procesiones y de ritos populares, cree, firmemente, que un ser excepcional dio la vida por defender sus ideas y, por ende, por aquellos que decidieron compartirlas. Si hubo un premio a su labor, extensivo a quienes creemos en Él,  tuvo que ser este


DOMINGO DE RESURRECCIÓN

El alba se despierta alborozada.
El hijo de Dios vivo resucita:
no ha podido la muerte en esa cita
cobrarse, como es norma, su soldada.

La piedra, del sepulcro retirada,
da paso a quien es luz, y en ella habita,
a quien venció a la muerte, la maldita
herencia del pecado y de la nada.

Y Cristo, a quien la ira sin sentido
matara provocando al Dios Eterno,
resurge de la tumba y cobra vida:

nos abre el Paraíso, ayer perdido,
derrota a los poderes del averno
y cumple su palabra prometida.


2 comentarios:

  1. Se puede ver la maestria de un maestro en este precioso soneto.
    Me ha encantado.
    M Eugenia

    ResponderEliminar
  2. Esa vena religiosa tuya poco al uso, ha plasmado un bello y sentido soneto. Poema que a mi se me resiste, pero que a ti en cambio sea en plan serio o humorístico; lo bordas.
    ¡Enhorabuena y mejórate!
    Un abrazo.

    ResponderEliminar