Este corsario tiene una vena religiosa poco al uso; sin ser muy amigo de procesiones y de ritos populares, cree, firmemente, que un ser excepcional dio la vida por defender sus ideas y, por ende, por aquellos que decidieron compartirlas. Si hubo un premio a su labor, extensivo a quienes creemos en Él, tuvo que ser este
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
El alba se despierta alborozada.
El
hijo de Dios vivo resucita:
no
ha podido la muerte en esa cita
cobrarse,
como es norma, su soldada.
La
piedra, del sepulcro retirada,
da
paso a quien es luz, y en ella habita,
a
quien venció a la muerte, la maldita
herencia
del pecado y de la nada.
Y
Cristo, a quien la ira sin sentido
matara
provocando al Dios Eterno,
resurge
de la tumba y cobra vida:
nos abre el Paraíso, ayer perdido,
derrota a los poderes del averno
y cumple su palabra prometida.
Se puede ver la maestria de un maestro en este precioso soneto.
ResponderEliminarMe ha encantado.
M Eugenia
Esa vena religiosa tuya poco al uso, ha plasmado un bello y sentido soneto. Poema que a mi se me resiste, pero que a ti en cambio sea en plan serio o humorístico; lo bordas.
ResponderEliminar¡Enhorabuena y mejórate!
Un abrazo.