domingo, 21 de abril de 2013



Siguiendo con el preobituario...

UNO QUE SE CONFIESA A SU SEÑORA

Uno que estaba enfermo y se moría
quiso dejar tranquila su conciencia,
confesando a su esposa su experiencia
en asuntos de faldas, y decía:

“¿Te acuerdas de Paquita, la criada
que tuvimos a poco de casarnos,
y venía los viernes a limpiarnos?:
pues, su cuerpo fue mío, esposa amada.

¿Y de aquellas dos primas de Onteniente
que venían a vernos en verano?:
sus cuerpos fueron míos, igualmente”.

La esposa con un guiño complaciente,
acaricia al enfermo, con la mano,
y también le confiesa un viejo lío:

“No te aflijas por esos desafueros;
vivimos frente al Cuerpo de Bomberos:
pues, ese Real Cuerpo ha sido mío”.



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