Hace unos días, mi hija Laura me envió la historia que da pie a este chisneto. Aprovecho que hoy es su cumpleaños para dedicárselo, con todo mi cariño, y desearle que pase un maravilloso día.
Estando de visita en Tierra Santa,
un español perdió a su fiel esposa,
cristiana de verdad, mujer piadosa,
cuyo nombre de pila era Crisanta.
El de la funeraria dijo al hombre:
«Repatriarla cuesta unos diez mil,
mas, si la entierra aquí, tan solo mil».
Y, por mucho que a todos nos asombre,
nuestro paisano dijo: «Me la llevo;
pagaré los diez mil. Firmaré el trato».
Y aquel judío, sabio por longevo:
«¿Por qué? —le dijo—; es mucho más barato
dejarla en Tierra Santa, señor mío».
Y el español, amable, decidió
razonar el porqué de su albedrío:
«Enterraron aquí, hace ya tiempo,
a uno que, en tres días, revivió.
Prefiero no arriesgarme a un contratiempo».
Propio para estas fechas.
ResponderEliminarUn abrazo