Hoy cumpliría años Tía María Luisa. Ella
solía contar este chiste, con el reparo propio de la época, pero con una inigualable
dosis de ingenio a la que acompañaba el gesto resoluto de un remate que incluía
una tonadilla al uso.
Tía María Luisa nos dejó hace seis años,
sin embargo, aparece entre con nosotros, mecida en ese recuerdo que despiertan
quienes por sus buenas acciones y sus buenos sentimientos se han hecho
inquilinos perennes de nuestros pensamientos.
Una moza de pueblo, que
llegada
en busca
de trabajo a la ciudad,
lo
encontró —no sin gran dificultad—
en
una buena casa, de criada.
Un
día, dedicada a su labor
de
limpiar —como era habitual—,
se
extrañó porque vio en un orinal,
un
condón, olvidado por error.
Y
acudió a su señora a darle cuenta.
La tal
le preguntó, una cosa así:
«¿Es
que, acaso, en tu pueblo no se folla?».
Y
respondió, sincera, la sirvienta:
«Como
aquí, si señora, pero allí,
no se
le quita el pellejo a la polla».
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