domingo, 19 de mayo de 2013


En este Domingo de Pentecostés, recurro a una historia que ya aparecía en mi primer libro de Chisnetos. La he puesto al día y quiero dedicarla a Yasir y a Jesús, dos de los fisioterapeutas de la clínica a la que acudo en demanda de salud para mi adolorida rodilla. También va dedicada a mis compañeros y compañeras, pacientes como yo.


PIDIÉNDOLE A LA VIRGEN DEL ROCÍO
Después de soportar calor y frío,
llevados por la fe del buen romero,
coinciden un gitano y un banquero,
delante de la Virgen del Rocío.

El "payo" se expresaba convincente:
 “Atiende, Madre mía, mi quebranto;
con un par de millones —que no es tanto—
eludiré la cárcel,  nuevamente”.

El calé, que rayaba en la indigencia,
pedía, a su manera, un milagrito:
“Diez euros, Virgencita, por favor”.

El otro, cuando vio la competencia,
sacó de la cartera el billetito,
y dijo, con un tono avenidor:

“Aquí tienes, gitano, tu billete;
no la distraigas más. ¡Cógelo y vete!


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