viernes, 23 de noviembre de 2012


VIEJA HISTORIA DE LA TAPA

(Que dedico a Antonio Linares, de Onda 8, por “sonsacarme” estos versos; a Alfonso Valencia por su “tocayía” con el Monarca Sabio, y a Fernando Raya por su idea de implantar la tapa en Málaga, incluyéndola en el precio de la bebida. ¡Gloriosos tiempos!)

    [I]

Nunca imaginara el Sabio
Rey, Alfonso de Castilla,
que la solución que diera
a una atávica rencilla,
propiciada por venteros                             5
y gentes de hospedería,
y elevada a su persona
por la fama que tenía
de hombre cabal y juicioso  
ante las causas ambiguas,                       10
sobreviviera en el tiempo
y llegara a nuestros días.

              [II]

El caso es que, el parroquiano,
que en la Edad Media vivía,
no era boyante en haberes,                     15
y, cuando el camino hacía
y paraba en una venta
con la su tripa vacía,
al no tener gran peculio,
solo de beber pedía…                              20
y ningún otro condumio,
a su paso, consumía,
por lo cual, las tales ventas
más que vivir, malvivían.

              [III]

Hay que añadir a esta historia                  25
que, si mucho se bebía
y estaba el yantar ausente,
el bebedor se sentía
tan osado y tan valiente
que se daba a la porfía,                            30
a la riña y a la gresca,
por lo que se producían
daños en las pertenencias,
del ventero, quien tenía
que sufrir las consecuencias                    35
de tamañas fechorías.

              [IV]

Solución a aquel problema
al monarca se pedía,
y el justo rey castellano,
Alfonso diez de Castilla,                             40
al constatar que el libar,
a “palo seco” se hacía,
y que, así, beber sentaba
peor que una lavativa,
ordenó que al parroquiano                         45
que bebiera, se daría
“cosa” de más consistencia:
tocino, jamón, morcilla,
bacalao seco, mojama,
o un buen trozo de cecina,                         50
que "habría de colocarse
sobre la jarra o vasija
a modo de tapadera";
y, de esta manera dicha,
se presentara en la mesa                           55
a fin de ser consumida.

             [V]

La costumbre se implantó,
y a quien de beber pedía,
en la boca de la jarra
la “tapa” se le ponía.                                  60
Matábanse, así, dos pájaros:
el cliente restringía
los efectos de la “trompa”
[en culto, dipsomanía]
y el ventero, por su parte,                           65
mayor beneficio había.

              [VI]

Alfonso fue el promotor
de nuestra tapa tan típica.
Desde entonces, y hasta ahora,
se han añadido a la lista                             70
mil y una suerte de tapas
a las que ya han sido dichas.
Y, bien se tome en un bar,
en una venta, en cantina,
en mesón, en “restaurant”,                            75
en cualquier cafetería,
o en chiringuito de playa…
tapear es garantía
de que uno se encuentra a gusto
y en amable compañía.                                80

              [VII]

Obedezcamos al Sabio,
Rey Alfonso de Castilla:
Si bebemos, tapeemos.
¡Cumplamos con su medida!
Y que siempre que lo hagamos
sea en paz y en armonía.                             85


3 comentarios:

  1. Buen invento el de la tapa que tan bien has comentaaado con tu gran sabiduria.
    Un abrazo
    Mª E.

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  2. Por aquello del azar y el caos, hoy tengo ante mis ojos esta publicación tuya y me da por imaginar que ese Alfonso soy yo... ¿quién si no ? . Gracias por la dedicatoria. Y..., ¿ por do andas, viejo zorro el desierto? Espero que sigas bien, por lo menos hace menos de un mes pululabas por el blog... Un fuerte abrazo y a ver si el azar hace que algún día nos tomemos algo antes de que abandonemos para siempre la llamada ciudad del Paraiso y... de Paco Piquetas...

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  3. Me ha encantado, Majestad, poder leeros de nuevo, y, pues me ponéis a huevo, lo de dejar la ciudad, debo decir, en verdad, que no lo he considerado, porque aún no me he cansado, de vivir y de soñar. Y ya dije alguna vez, que uno muere cuando puede, y no como muere el pez, que al ser pescado, se muere. Y recurriendo al refrán: "Ni por joven te asegures, ni por viejo te apresures", quiero ceñirme a ese plan: palmarla cuando Dios quiera, que por mi no haya de ser... Y si me dan a escoger, que sea en la primavera del dos mil cuarenta y tres. Un fuerte abrazo, mi amigo, mi colega y mi testigo de otros tiempos, ya pasados, ni mejores, ni peores (cuando menos, empatados).

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