Un compañero muy guasón va a ir a Cuba a ver a unos colegas de toda la vida, y me pregunta que si quiero algo para Fidel. Lo dice por un chisneto que hice tiempo atrás, y que ahora cuento y re-publico. Va por él, por todos los lectores, y, en especial, por mis alumnas "mayores", junto con la invitación-obligación de comentar, las figuras (de estilo, lógica, dicción...) que aparecen en la historia.
UN DEVOTO FRANQUISTA SE MORÍA
[I]
Habiéndole llegado ya su hora,
un devoto franquista se
moría,
y, en tan triste momento,
así decía
a su amable y solícita
señora:
“Acércame la foto del
Caudillo
que quiero despedirme en
este trance,
y pónmela aquí cerca que la
alcance
que voy a darle un beso de tornillo”.
La solícita
esposa, a lo pedido
quiso dar cumplimiento sin
tardanza.
Mas, luego de buscar
bastante rato,
tuvo que trasmitir a su
marido,
que no halló rastro alguno
del retrato:
¿acaso se perdió en una mudanza?
[II]
El enfermo,
ante tal contrariedad,
puso
cara de pena y de quebranto;
y, entre
queja, dolor y algo de llanto,
le dijo
a su mujer con levedad:
“Arriba
en el tercero vive Soto,
fue
sargento del Tercio Legionario.
Es un
hombre cabal y solidario;
pregúntale
si tiene alguna foto.
Dile que te la preste un momentito:
quiero decirle adiós a su Excelencia
y honrarle
con un beso, que me muero”.
La mujer, recibido el
encarguito,
armada
de moral y de paciencia,
fue a
preguntar al hombre del tercero.
[III]
El viejo militar la oyó un
momento,
luego
dijo con pena y con pasión:
“Esa
foto se la llevo el ladrón
que me
robó hace un año. Lo lamento”.
“¡Qué
desgracia, que gran contrariedad!
—exclamó
la mujer desconsolada—.
Mi
marido se muere y yo por nada
quisiera
quebrantar su voluntad”.
El novio de la muerte,
conmovido,
le dijo
a la mujer: “Tengo entendido
que vive
en nuestro bloque una vecina
que
trabaja en un club en el que alterna.
Ella tiene
tatuada en la entrepierna
la cara
del Caudillo, en tinta china”.
[IV]
La esposa prosiguió con su pesquisa.
Si la tal accedía, el moribundo
se iría
satisfecho de este mundo,
cumplido
su capricho de franquista.
El dar
con la muchacha fue una suerte:
aceptó y
ante el lecho se plantó
con las
piernas abiertas. Y el gachó,
que
estaba ya a las puertas de la muerte,
al
verlas se animó: “Adiós, Caudillo,
te beso
con respeto y reverencia”.
Y, al
tiempo que expresaba su sentencia,
observó,
por el rabo del ojillo,
tatuado
en la pierna compañera,
a José
Antonio Primo de Rivera.
[V]
Al hombre, la visión del
falangista
le
mejoró un poquito, francamente,
por ello
se expresó sinceramente:
“Político
intachable, idealista,
instaurador
de la Falange eterna,
¡qué
pronto te han echado en el olvido!
Con este
honroso beso me despido”.
Y le
soltó otro beso a la otra pierna.
Pero
estando en tan raro besuqueo,
vislumbró
la prolífica pelambre
que
cubría el entorno de aquel cono:
“Aunque
sé que eres malo —dijo— y feo,
y dejas
que tu pueblo pase hambre,
Fidel
Castro, te beso, y te perdono”.
Hace ya bastantes dís que no veo el MIRADOR y con gran estupefacción me he encontrado eatos chisnetos que no puedo comentar al venir de tal maestro, me han hecho reirme más, que me reí aquellos tiempos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mª Eugenia
Con este simpático chisneto
me he reído largo rato,
vaya con el devoto franquista
que besucón se despidió del triunvirato.
Un abrazo.
Maruja
Doce años después, aún hay personas que consultan el blog; aunque, yo, su creador, no puedo acceder a incluir numerosas y nuevas historias. Los tiempos nos "obsoletizan": ¡es una barbaridad!
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